Aún
no había escuchado a "Los Propios", porque lastimosamente no había
tenido la oportunidad de ver “Mejor no hablar de ciertas cosas”, la ya famosa
película ecuatoriana de Javier Andrade. Para los que aún NO los escucharon… tienen
suerte. Quisiera ser ustedes.
Más
allá de la falta de buena música o letras interesantes, o presencia escénica o
buen show, o talento en general, es la visible y exageradamente forzada búsqueda
por llamar la atención y la falta de autenticidad de la agrupación lo que logra
que destaquen. Al parecer su fin es encontrar acogida a como dé lugar, vendiéndose
como un producto manufacturado y procesado para captar la atención. Sólo
esperemos que ese producto tenga una fecha de caducidad cercana.
He
escuchado un sinnúmero de veces bandas en esta onda y estilo, cuya fórmula
compositiva varía en complejidad y que en otras ocasiones raya en lo más burdo
o banal, todo esto sin perder esa frescura y originalidad que divide las buenas
de las malas.
En
algunas, su característica principal es la graciosa creatividad de sus letras,
o el show en vivo muy similar al de un comediante stand up gracias a las opiniones y “joyitas verbales” que sus
integrantes suelen compartir durante sus presentaciones, como monólogo o interactuando
con su audiencia, lo que me parece bastante entretenido. Debo admitirlo, soy
fan de muchas bandas en esta corriente, sin embargo que el punto de partida de
Los Propios sea el hecho de buscar lo que está en boga actualmente en una
sociedad tan diminuta como la nuestra, basando sus letras en íconos risibles de
una cultura ecuatoriana que ya los ha explotado hasta el cansancio, convirtiéndolos
en el peldaño gravitacional en el que flotan cada uno de sus temas como referentes
de nuestra idiosincracia, y mal utilizándolos sin un leve rasgo de filtro en la
composición, hacen que se convierta en un chiste forzado, infantil y
excesivamente aburrido, que además contradice la ideología misma de la escena
independiente, al buscar su fin más patético: comercializar.
Algunos
miembros de la audiencia vibraban idiotizados al escuchar las letras, sintiéndose identificados y riéndose de este mal chiste, orgullosos de ser ecuatorianos, afirmando
la “genialidad” de una banda tan pre-fabricada y absurda como su mera
existencia. Sin pretender alargar esta reseña, a veces es “mejor no escuchar a ciertas bandas”.
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