La
semana pasada fui al concierto de las Vírgenes Violadoras, en el que El
Destierro, Lanny Barbie y Esputo Catatónico (en ese preciso orden) fueron
teloneros. Fue muy agradable poder apreciar una puntualidad excepcional a lo
largo del concierto, respetando el tiempo de las otras bandas y en especial el
del público. Lo que sí fue una calamidad, como es habitual en este tipo de
conciertos, fue el sonido.
Alguna
vez discutiendo sobre los arreglos técnicos de los shows locales
independientes, llegamos a la conclusión de que toda banda debería tener su sonidista.
Alguien que se preocupe por la calidad de los shows y para sacar lo mejor de
cada grupo, pues quién más que ellos para conocer su sonido.
Tenemos
nuestros oídos mal acostumbrados a esta calidad de audio en vivo porque “es lo
que hay”. Tal vez por no conocer bien lo que se quiere hacer o por falta de
interés hacia el show que se quiere dar. Para muchas bandas importa más la
actitud que el sonido, y no está mal si esa actitud opaca al audio durante el
show en sí, es más, lo complementa. Y ese claro ejemplo se vivió en este
concierto.
El
Destierro, banda que me habían recomendado con anterioridad y que no había
tenido la oportunidad de ver en vivo, puso un buen show, pero tal vez no logré
apreciarlos musicalmente en su totalidad. No fue nada que me quitara el sueño,
ni que me dejara pidiendo más, pero habría que escucharlos nuevamente, no es tiempo
de sacar conclusiones, sin embargo la calidad de audio dejó mucho qué desear,
dejando una huella más grande que la de la banda en sí, ya que algunos de los
instrumentos no se pudieron apreciar en absoluto.
Lanny
Barbie, por su parte, dieron un excelente show, plagado de más errores que de
canciones, y con un sonido rústico y punk al extremo, pero son ellos el ejemplo
perfecto sobre lo que me refería al inicio, ¿por qué?, porque es en este caso
específico en el que la actitud opaca a la calidad de audio. Si vas a ver un
show punk en Guayaquil, este tipo de problemas técnicos van incluidos con el
precio de la entrada, pero es el show en vivo lo que destaca, y Lanny Barbie
sabe poner uno muy bueno, y que se va desarrollando como un guión improvisado
durante toda la tocada.
Esputo
Catatónico, la banda genérica de los legendarios españoles Eskorbuto (banda que
admiro muchísimo), es una agrupación que me atrae, sin embargo, la razón de
utilizar el calificativo “genérico”, es porque su actitud aún cuando es al
máximo “confrontadora”, no le llega a los talones a la autenticidad de los
originales. Y algo que no me gusta son las cosas tibias o a medias, si
realmente te crees todo lo que dices o proyectas, vívelo, no lo actúes.
Musicalmente me gustan, y mucho, tienen su onda y hay que admitirlo, pero en
cuestión de actitud, no me trago la fachada.
Como
conversamos con un amigo durante el show, muchas bandas Punk de la ciudad son
copias tras copias tras copias del discurso de otras bandas de antaño, que no
proponen nada nuevo. Si alguna de las bandas hubiera pedido 5 minutos de
silencio y un poco de reflexión por el nuevo Papa a todos los presentes esa
noche en Diva, la actitud hubiera sido mil veces más confrontadora, contra
cultura y más contestaria que gritar “¡hijueputa!” al final de cada canción o
decir “¡abajo esto! y “¡abajo aquello!”, al ejército uniformado de alternativos
guayaquileños. Esa sí hubiera sido una verdadera actitud Punk.
Finalmente,
y con extrema puntualidad, llegaron las Vírgenes Violadoras, que aunque brindaron un show increíble de
principio a fin, para una banda que cada vez más se introduce en los sonidos
New Wave, la falta del tecladista se sintió. El orden de las canciones varió al que tenían establecido originalmente, esperando su llegada, y aunque fue en vano, el setlist
estuvo impecable:
1.
Mi pedo en tu boca
2.
Monstruo de los Andes
3.
Tu sonrisa me ciega y me hipnotiza
4.
La niña del vestido rojo
5.
Aquelarre
6.
Cocoon
7.
Te amo siempre
8.
Dilema anal
9.
La chiva acuática de noé está llena de animales como tú
10.
Sangre
11.
Fingir Demencia
12.
Si te casas conmigo eres
puta
13.
Entrando al corazón de la
oscuridad
Su
show, como un estado de menguante bipolaridad, varió drásticamente de un estado de ánimo a otro
sin rendirle cuentas a nadie y con una performance contagiante y acelerante,
sin embargo, la falta de un técnico de sonido, una vez más se hizo notable.
Tal
vez la pregunta no debería referirse tanto a la actitud vs buen sonido, ya que
muchos géneros musicales están muy arraigados a esa ideología que se basa más
en actitud, especialmente si hablamos de Punk, pero… ¿en realidad estamos
satisfechos con tan poco?, lastimosamente como comenté al inicio, la respuesta a
esta pregunta continúa siendo “es lo que hay”. Las dos cosas prodrían fusionarse creando un espectro musical
muchísimo más contundente.
Ahora,
no es con una visión pesimista que escribo estas palabras, es más, quisiera
poder invitar a las personas que recién están empezando y a estudiantes de
audio que tomen en cuenta que esto de ser sonidista de una banda es un cargo
muy importante y necesario en esta escena under,
la que al igual que un embrión, tiene como instinto primario e inmutable el
continuar creciendo, buscando nutrirse y negándose a morir, sea como sea.
Fotos: Xavier "El abogado del rock" Gómez